miércoles, 27 de febrero de 2013

REPUBLICANISMO 2013

Es frecuente ver muchas banderas tricolores últimamente en España, en cada manifestación, reclamando el fin de una monarquía y el inicio de una III República. Muchos de los que portan la bandera tricolor, son obreros, asalariados, que ponen sus esperanzas en la abdicación del Rey y el paso hacia lo que para muchos debió ser tras la Transición, y no fue.

Si uno estudia, o vivió en la Transición, entenderá que una República era verdaderamente difícil, pues había mucha gente proclive y nostálgica del franquismo, por no hablar de la importancia de la Iglesia tanto para la sociedad española como para el régimen dictatorial. De hecho, el cambio era tan profundo ya para estos nostálgicos, que como todos sabemos intentaron un golpe de Estado el 23 de febrero de 1981. Además, la proclamación de una nueva República era el símbolo de la victoria que no había sido posible en el 1939, con lo cual, si el establecimiento de la Monarquía ya era peligroso, una República ya era una bofetada a cuarenta años de la victoria del bando franquista, lo que por entonces era algo realmente peligroso.


Ahora, más de treinta años después, y con la Monarquía envuelta en un halo de corrupción, el republicanismo se extiende por toda España y parece más vivo que nunca. Pero, la pregunta es: ¿Está España preparada para una República?

Nos vemos obligados a echar la vista atrás para observar lo que fue la II República en España. Esta República. (A continuación extracto de mis propios escritos sobre la II República, resumen del régimen en su totalidad)


La República se proclama en abril de 1931. Suscitó grandes esperanzas, pero nació en un momento complicado mundialmente. En el plano internacional, la grave crisis del 29 había ahogado las esperanzas por un capitalismo eficiente, y quedaba claro que solamente un Estado fuerte e intervencionista podía recuperar el estado de la economía (New Deal y teorías keynesianas). Por ello, el ascenso de los fascismos y el espejo de la URSS tenían cada vez más cabida en la política. Por otro lado, en el plano interno, los apoyos de la República eran las clases medias con cierto grado de información y el obrerismo más moderado. Además, seguía existiendo una derecha endémica anclada en un modelo monárquico o simplemente antirrepublicano, que junto a las discrepancias por la represión que tenían los grupos de obreros y campesinos, dieron lugar a una falta de consenso y a numerosas disputas con una excesiva conflictividad social.

Las elecciones municipales, fueron ganadas por concejales monárquicos, el problema fue que en las grandes ciudades como Madrid o Barcelona, el lado republicano triplicaba los votos de los monárquicos. De este modo, la República nace con un problema de base, puesto que se trata de un régimen con apoyo urbano vinculado a las clases medias informadas.
Es entonces, cuando la República va proclamándose de forma espontánea por las ciudades, lo que obliga a Alfonso XIII intenta en un principio que la Guardia Civil y el ejército le apoye pero no lo hacen y se ve obligado a suspender su potestad real y a decidir el abandono del país. De esta manera, se conforma un gobierno provisional que reúna a la Derecha Liberal (Maura y Alcalá Zamora), Republicanos de Izquierda (Azaña), Republicanos radicales (Lerroux (der.) y Martinez Barrios (izq.), Socialistas (Largo Caballero e Indalecio Prieto) y Nacionalistas catalanes. Se queda fuera pues, comunistas, anarquistas, derecha monárquica y nacionalistas vascos.
Tras la conformación, este gobierno toma medidas por Decreto antes de la conformación de la Constitución que se agruparon en: una reforma agraria, una reforma del ejército y el inicio de negociaciones de autonomía con vascos y catalanes. Todo ello provocó un gran revuelo y el germen de una disconformidad por unas reformas que estaban muy por encima de la base cultural española.

La Constitución de 1931
Las elecciones de junio las ganó la coalición republicano-socialista, quedando la derecha en un poco representación debido a que en las grandes ciudades no tienen apenas representación ya que no pueden controlar el sistema electoral. La Constitución de 1931 tuvo un gran carácter progresista y democrático, estableciendo los siguientes principios:
1.       El Estado se configuraba de forma integral, pero aceptaba la posibilidad de construir gobiernos autónomos en algunas regiones.
2.       El poder legislativo era de las Cortes, constituidas por una sola cámara cuyas atribuciones estaban por encima de cualquier otra institución. Por otro lado, el poder ejecutivo recaía en el Consejo de Ministros y en el presidente de la República, elegido por el Congreso de Diputados. Sus competencias estaban regidas por el control de la Cámara. El poder judicial, recaía sobre jueces independientes.
3.       Se preveía la posibilidad de expropiación forzosa por cualquier tipo de necesidad social y la nacionalización de los servicios públicos.
4.       Se realizó la separación entre Iglesia y Estado (por ello, se permitía el matrimonio civil, el divorcio,etc.), se presentó una amplia declaración de derechos y libertades, pudiéndose votar desde los 23 años y concediendo el voto a las mujeres.
El problema de esta Constitución fue que no estaba bajo un consenso, puesto que había tremendas discrepancias en cuanto a la religión y a la autonomía. De hecho, el tema religioso llevó a la dimisión de Alcalá Zamora, sustituido por Azaña.

-          Bienio reformista (1931-33)
Durante el gobierno de Azaña, se realizaron una serie de reformas:
Reforma del ejército: se buscaba un ejército profesional y democrático, y, para ello era necesario reducirlo y que se subordinara al poder civil, para evitar el intervencionismo. Por una parte, se fijó la Ley de retiro de la oficialidad, que prometía que los que se prometieran fieles al régimen podrían retirarse con su sueldo íntegro. Por otra parte, se cierran algunas instituciones como las Academias o las Capitanías Generales intentando reducir la cuantía de los oficiales que ascendía a uno por cada tres soldados. Además también se suprimieron los tribunales de honor, el Consejo de Justicia Militar y la prensa exclusiva del ejército. De esta manera, se redujo el presupuesto destinado hacia el ejército, pero esto no permitió la modernización del armamento y material. Estos cambios tan necesarios hicieron crecer el descontento en los núcleos militares tomándolo como una agresión a las tradiciones y creciendo la tensión con los africanistas.
­Reforma religiosa: se pretendió una total separación de la Iglesia y el Estado, atribuyéndole a este último la no confesionalidad, la libertad de cultos y la supresión del presupuesto de culto y clero. Así se nacionalizan algunas tierras y se prohíbe que la educación sea practicada por órdenes religiosas. Todas estas reformas, no tenían preparado al país, que veía como sus costumbres se venían abajo y además el país no tenía las infraestructuras para cumplir todo ello, puesto que carecía de escuelas.
Reforma agraria y laboral: como objetivo se tenía la modernización del campo de la mano de la protección hacia los campesinos sin tierra y arrendatarios, la estabilización de los salarios mínimos y las jornadas de 8h. y se obliga a los propietarios a poner en cultivo todas las tierras aptas para ello o serían expropiados.
Estos objetivos escasamente se cumplieron, pues de nuevo la base cultural española estaba muy retrasada para aceptar ésto. Así, los propietarios atacaron campesinos, quemaron campos simplemente con el fin de demostrar su autonomía ante la ley, que ya venía lastrada por la burocracia. Además, la Guardia Civil defendía a los terratenientes, de manera que cuando actuaba era en contra de los trabajadores, lo que produjo numerosas revueltas que se hacían eco en la prensa defendiendo la actitud de los guardias civiles.
Reforma educativa y la política cultural: La política educativa estuvo marcada por el intento de imitación del modelo francés, intentando garantizar una escuela gratuita (por lo menos la primaria), laica y pública. Aunque hubo numerosos intentos por construir escuelas, formar maestros, potenciar la cultura en el campo y eliminar a la Iglesia de la enseñanza, era verdaderamente difícil, puesto que se pretendía hacer un cambio radical, cuando toda la enseñanza había estado girando alrededor de la Iglesia desde tiempos inmemoriales.
Reforma autonómica: Se otorgó un gobierno autonómico para Catalunya en 1932 (la Generalitat), sin embargo, en el País Vasco, el primer Estatuto de Autonomía fue rechazado por ser demasiado conservador y posteriormente en 1933 sería bloqueado por el gobierno de centro-derecha.
La oposición a la República se organizó tras su proclamación, promovida por nostálgicos del régimen de Primo de Rivera. De hecho, en 1932, el General Sanjurjo dio un golpe de Estado que fracasó, lo que les llevó a pensar que era mucho mejor la participación con Partidos políticos.
Aún así, no toda la oposición se concentraba en la derecha, Durruti y Oliver formaron las FAI deseando la desestabilización del régimen con huelgas, que se saldaban en muchas ocasiones con muertos anarquistas o guardias civiles (Castilblanco, Casas Viejas,…). De hecho, una de esas disputas (Casas Viejas), llevó a Azaña a la dimisión y a la convocatoria de elecciones generales en 1933
-          Bienio radical-cedista (1933-35)
Numerosos cambios
En las elecciones del 33, la CEDA fue el partido con mayor número de diputados, que contaba con otros apoyos del centro y la derecha. Por tanto, se invierte la tendencia progresista conviertiéndose en conservadurista y siendo desfavorables para la izquierda y para los socialistas. El gobierno se conforma con el Partido Radical (Lerroux) apoyado parlamentariamente por la CEDA de Gil Robles. De este modo y ante esta nueva tendencia, se revisan todas las reformas realizadas en el período anterior. Así, se paraliza la reforma agraria, se rectifica la Legislación laboral anulando el ámbito salarial, se bloquean los estatutos de autonomía y se hace una política de conciliación con la Iglesia Católica, aumentándose las subvenciones a ésta y devolviéndola a las escuelas.
Como efectos de este cambio, tenemos por un lado a los militares dividiéndose a favor de los cambios y en contra en dos grupos (UME y UMRA). Los partidos políticos tienden hacia su radicalización de modo que la CEDA admite a las JONS de la Falange y a Acción Popular y en la izquierda la Izquierda Republicana de Azaña, el PSOE de Indalecio Prieto y Largo Caballero, el PCE que busca una alianza con la izquierda en contra del fascismo, la CNT y Esquerra Republicana de Companys, tienden hacia la vía de acción revolucionaria. Así, debido a la represión, algunos grupos socialistas se desmarcaron del aburguesado PSOE de Largo Caballero, planeando una revolución proletaria que llevara a un Estado socialista, mientras que los moderados de Prieto defendían la necesidad de unión con Izquierda Republicana y el intento de estabilizar la República. Por todo este revuelo, es obvio el aumento de la agitación social, la conflictividad y las huelgas en contra de las reformas.
En octubre del 34, Gil Robles exige la entrada de la CEDA en el Gobierno, para concluir la rectificación reformista. Lerroux es elegido presidente y llega con tres ministros cedistas de Gil Robles, gobernando así en coalición con el Partido Radical. Esto se interpretó en la izquierda como un camino hacia el fascismo de modo que la UGT convocó huelgas generales que no tuvieron mucho éxito debido a la gran represión.

La Revolución de 1934
En octubre del 34, la UGT y el PSOE con el apoyo de las Juventudes Socialistas deciden pasar a la acción declarando la Huelga General en todo el país para el día 5, con el objetivo de alcanzar una revolución socialista proletaria. A ellos se unieron partidos republicanos en defensa de la Democracia republicana. Esta convocatoria fracasó en País Vasco, Madrid y sobretodo en Catalunya donde se proclama el Estat Catalá, oponiéndose a la Constitución, pero la gran represión acaba con ello. Por otro lado, en Asturias se produce la primera revolución socialista en España de carácter obrero. Es tal la revolución que se presenta como una verdadera guerra ante la coalición de socialistas, ugetistas y cenetistas (Alianza Obrera o UHP), que toman todas las infraestructuras del Principado llegando a controlarlo. Por ello, el gobierno envía unidades militares para controlar la zona y reconquistarla estableciendo condenas a muerte y encarcelamientos masivos. Como consecuencia principal de esta Revolución del 34, es la división entre el Partido Radical y la CEDA. Además aumenta el temor de que los ejecutados sean tomados como mártires y la revolución en sí produce un sentimiento de unión entre las fuerzas de izquierda en pro de la democracia republicana.
En mayo del 35, Gil Robles entra en el gobierno con cuatro ministros más de la CEDA, con el objetivo de finalizar el proceso de contrarreforma, que siguió su curso debido a la gran represión y al rígido control de la Guardia Civil. En septiembre de 1935 estalla el escándalo del estraperlo, cuando Daniel Strauss y Perle intentan sobornar con dinero a varios ministros del Partido Radical, con el fin de que les permitan la legalización de un juego fraudulento de ruleta. Esto obliga a Lerroux, ampliamente cubierto por este escándalo, a dimitir y con ello se hunde el Partido Radical. Con ello, Alcalá Zamora nombró a Pórtela Valladares como Jefe de Gobierno y disuelve las Cortes convocando nuevas elecciones (febrero, 1936).

La elecciones de 1936 y el Frente Popular
En enero del 36, se firmó el Pacto del Frente Popular, constituido por Izquierda Republicana, Alianza Republicana, POUM, PSOE y PCE. Como objetivo tenían la proclamación de las reformas que habían sido boicoteadas de manera directa y restablecer las garantías constitucionales. Por su parte la derecha se conformaba bajo el Bloque Nacional y la CEDA.
El ambiente previo a las elecciones resultó ser bastante tenso, aunque sucedieron con relativo orden. Se impuso el Frente Popular, gracias en parte a los votantes afiliados de la CNT, ya que liberarían a sus presos políticos si el Frente Popular ganaba. En los días siguientes, sin esperar la segunda vuelta, los grupos de izquierda asaltaron las cárceles dejando en libertad a los detenidos por la Revolución del 34. Ante esta situación, se formó un Gobierno antes de lo previsto, poniendo el programa del Frente Popular, en el que se incluían la amnistía completa para los presos, envío lejano a los generales del ejército más reacios y la proclamación de la Generalitat autónoma.
Sin embargo, el resultado más significativo fue la ocupación de las fincas y la puesta en marcha de la reforma agraria. El Gobierno devolvió las tierras a los campesinos, pero los sindicatos agrarios decidieron ocupar fincas y ponerlas en explotación, lo que produjo numerosos conflictos con la Guardia Civil y los terratenientes. Poco a poco el Gobierno fue perdiendo el poder en las calles, donde se sucedían continuas disputas en los que había numerosos asesinatos entre grupos radiicales. Nada más constituirse las nuevas Cortes, decidieron destituir a Alcalá-Zamora, apresurándose a nombrar a Azaña como Presidente. Pero el PSOE dividido entre moderados como prieto y los partidarios de unirse con el PCE y la Revolución como Largo Caballero, no pudieron formar Gobierno, por lo que Azaña designó a Casares Quiroga, su compañero de partido, como nuevo Jefe del Gabinete.
Ante la situación de descontrol mientras las reformas del primer bienio retornaban, se ilegalizó Falange, tras el atentado contra el socialista Jiménez de Asua. Por su parte, Gil Robles exponía las terribles cifras de muertos y huelgas que estaban sucediéndose, y tras él, la intervención de Calvo Sotelo fue respondida con amenazas. (la preparación del golpe de estado es mucho antes)Es entonces ante esta situación, cuando las fuerzas de derechas comienzan a construir los últimos flecos del golpe de Estado, apoyándose en militares como Emilio Mola y en Sanjurjo, exiliado en Portugal. Los preparativos estaban bastante avanzados, y en julio del 36 se produjo el asesinato del teniente de la Guardia de Asalto, que fue respondido con la detención y el posterior asesinato de Calvo Sotelo (días después de su intervención en el Parlamento). Ante esta situación, Franco y otros muchos conservadores, vieron la escusa perfecta para el alzamiento. El Gobierno de Casares Quiroga todavía pensaba que se podía dominar la situación, pero ante los continuos alzamientos provinciales, la guerra civil era un hecho.

El fin y el alzamiento
Tras los choques en las calles y el asesinato de Calvo Sotelo anteriormente comentado, tiene lugar un levantamiento el 17 de julio en Marruecos que se extiende por la Península al día siguiente. Tuvo éxito en aquellas zonas donde la derecha había sido más votada, pero en las grandes urbes como Madrid y Barcelona, los rebeldes fueron derrotados, gracias a las fuerzas del Estado indecisas y a los movimientos sindicales. El Gobierno había disuelto el ejército, puesto que se desconfiaba de él, y había entrado en un profundo caos. En dos días se sucedieron tres ministros hasta que el último, José Giral, tuvo que decidirse a dar armas a la única fuerza que podía defender la democracia, el pueblo.


El presente republicano
Cuando ahora se ven banderas republicanas, se ven mástiles sujetando una falsa panacea por unos cuantos ilusos. Puede parecer ofensivo dicho así, pero es la realidad. El movimiento obrero actual está a veces concentrándose demasiado en una obsesión por el fin de la Monarquía y la proclamación de una República sin una definición aparente. No hay un objetivo claro, ni una voz que afirme qué tipo de República es la deseada (República popular, al estilo francés, etc.). Mi pensamiento va más allá de la agitación de una bandera, pues se cree que la República es la solución a los problemas, y lo cierto es que probablemente sería la razón de más males para el país por diversas razones, que son las siguientes:
     1.  La idealización que tienen los republicanos de lo que fue la II República. No fue una República popular, fue una República burguesa que no consiguió ni siquiera sus timidos objetivos de modernización del país, y que reprimió el movimiento obrero tan fuerte que tenía España (Sindicatos como la CNT tenían casi un millón de afiliados).
     2.  La idea de la III República como la panacea universal española. Es una idea de los republicanos confusa, pues la proclamación de esta no cambiaría ni la cultura deficiente española, ni los actores políticos, que no están a la altura de este cambio, pues ni siquiera están a la altura del actual sistema. No puede uno creer que porque haya una III República, partidos como el PSOE o el PP vayan a desaparecer por ello. En otras repúblicas europeas existen partidos similares a éstos, pues el neoliberalismo y la socialdemocracia es un cáncer extenso en este mundo.
     3.  La realidad española se encuentra en un punto muy parecido a la anterior etapa de la II República. Una España dividida entre monárquicos y republicanos. El período de mayor estabilidad española, por desgracia, ya que es causante de todos nuestros males actuales, ha sido el franquismo. La Monarquía actual se ha venido abajo en la crisis moral planetaria más grande de la historia, que no es más que la continuación del fatídico siglo XX.
Si seguimos por esta línea de paralelismo entre aquella época y la actual, vemos cómo de nuevo hay un sometimiento de unos países europeos sobre otros, en algunos países empiezan a ascender grupos neofascistas, hay una crisis económica europea tras, de nuevo, como en los años veinte, vender un modelo de vida imposible para este sistema, etc. Cómo todos sabemos, todo esto acabó en dos guerras mundiales, y en España en una Guerra Civil.

Que quede claro que no me proclamo antirrepublicano, ni monárquico. Solamente observo, que hay mucho movimiento, y muy poco contenido.
De este tema seguiremos hablando más a fondo, pues traerá muchos debates en la sociedad, y espero que algún comentario en el blog.

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