martes, 26 de mayo de 2015

MICHAEL WALZER Y EL COMUNITARISMO



SOBRE WALZER Y SU PROPUESTA  
   Abordaremos la propuesta política del liberal-comunitarista Michael Walzer, famoso teórico y filósofo político estadounidense.
   No olvidemos que la época de globalización ha revuelto las identidades y las ha sumido en una crisis. El multiculturalismo, las oleadas de inmigrantes, el auge del neoliberalismo, las dobles nacionalidades, las relaciones entre Estado y Nación han conformado un magma que ha envuelto al individuo en una utopía en su significado originario: un no-lugar.
   Para Walzer, el concepto de ciudadano y su implicación política es algo que hay que superar. Analiza muchas corrientes teóricas como la democracia radical, el marxismo, el capitalismo y el nacionalismo, dictaminando que ninguna es la correcta ya que ofrecen una visión sintética de la ciudadanía, de la organización social. Sin embargo, no se centrará en lo erróneo de otros planteamientos, sino en construir uno a través de uno de los aspectos que más afecta a las democracias liberales actuales: el apoliticismo.
   Según el norteamericano, somos seres sociales antes que políticos o económicos. Esto quiere decir que establecemos relaciones sociales mucho antes que relaciones o implicaciones o ambiciones políticas o económicas. En la naturaleza humana radicaría, siguiendo a Walzer, un apoliticismo natural, esencial. Por esta razón, Walzer quiere atender a lo que según él es lo intrínseco en el ser humano: esa sociabilidad primigenia que lo conforma en grupos como por ejemplo la familia. Así, nos dirá que su modelo se basará (y se titulará) en un “asociacionismo crítico”.
   Pero, ¿qué significa esto? Para Walzer, acercándose a posiciones neoconservadoras, los individuos se volcarían en asociaciones ciudadanas o del ámbito civil para combatir al Estado (y sus excesos, suponemos). El problema de su teoría es que para ello acudirá a usar recurrentemente a la Sociedad Civil (con mayúsucla) como un sujeto preorganizado naturalmente que se vierta sobre el Estado. Respetaría, según él mismo, las diferentes culturas e identidades, y el individuo pasaría de unas a otras instancias civiles en las que volcaría sus sentimientos de solidaridad. Bien, esto tiene un problema de fondo muy claro: la Sociedad Civil no es un Sujeto Trascendental, un sujeto colectivo, por lo que cae en el mismo error que las teorías neoliberales y socialistas: crear una metafísica del ser humano (“el ser humano es antes social que político”) que valide toda su disertación. No existe tal Sociedad Civil, y mucho menos como contrapeso de un Estado que tiene sus ramificaciones perfectamente organizadas e institucionalizadas. Además, este modelo que se basa en generalidades, ¿a qué respondería en situaciones concretas? ¿Cómo contrarrestaría esa Sociedad Civil a los poderes económicos y políticos que actúan de forma corrupta? No concreta un modo de acción o una verdadera identidad política a la que agarrarse. En mi opinión, la teoría de Walzer se diluye en su propio asociacionismo. Funcionaría, muy probablemente como ahora, como organizaciones donde uno puede hacer voluntariado, ayudar y aportar, siendo a la vez las que regulan las desigualdades, favoreciendo en primer lugar a quien las padecen, pero en segundo, a los políticos que no las atienden.
   Por otra parte, me gustaría introducir una reflexión de Fernando Quesada sobre la política y lo político. Y es que es tremendamente cierto que lo político, la organización en sociedad más básica, ha existido siempre inevitablemente. La política como tal, nació ante la necesidad en la Grecia clásica de resolver una serie de crisis y  una desestabilidad en el contexto del paso del mito al logos. Haciendo más énfasis en esto, la política nació como solución a problemas de diversa índole (guerras, desigualdades, problemas en los sistemas de categorías) buscando el equilibrio, buscando en la mayoría de ocasiones lo justo. Desde mi punto de vista, no se puede llamar política a entregar todo ámbito de sociedad a lo privado, ni a una propuesta que busca el desquite de los ciudadanos y su descontento en diferentes asociaciones solidarias. ¿Qué papel tiene esa Sociedad Civil postulada? ¿Qué función le otorga al Estado? ¿En qué queda el concepto de ciudadano? Estos son los interrogantes que habría que resolver por parte de Walzer, intentando una mayor concreción, alejándose de todo supuesto o metarrelato metafísico.
   Por último, ese apoliticismo no es una cuestión baladí, de causa aleatoria o naturalmente humana. Se trata de un apoliticismo que nace de dos sucesos: la corrupción y elitismo de la política y el fracaso de aquellos que han prometido trabajar para los ciudadanos siendo totalmente al revés. Podemos poner como ejemplo que, ciudadanos que se han sentido huérfanos de políticas, han acabado creando esas asociaciones que comenta Walzer, pero que no tienen un vacío político, sino que aspiran al cambio y trabajan por él, como hemos podido ver en España.

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